A nadie le gusta pasar demasiado frío o calor, todos preferimos estar en un ambiente confortable. El problema comienza cuando hemos de definir qué significa un ambiente confortable (refiriéndonos a temperatura y humedad.) Y si no, que se lo pregunten a quienes trabajan en un espacio compartido por varias personas; el control de la temperatura y la humedad que produce el aire acondicionado es casus belli entre compañeros de trabajo. Tampoco nos resulta muy difícil recordar al conocido que alguna vez nos ha comentado sus contrariedades con el aire acondicionado porque le sienta fatal.
La Sociedad Madrileña de Neurología y Cirugía Torácica indica que un 20% de los usuarios del aire acondicionado han tenido problemas respiratorios: resfriados, dolores de garganta, etc. Todos, en mayor o menor medida, sabemos que el mal uso, instalación o mantenimiento de los climatizadores puede provocar afonía, rinitis, alergias, molestias musculares, laringitis, faringitis… también pueden producir efectos secundarios como jaquecas, sinusitis, tos e irritación en los ojos.
El aire frío disminuye las defensas de nuestras mucosidades y reseca la piel, también puede provocar problemas de tolerancia con las lentillas o somnolencia en determinadas circunstancias. Cuando el nivel de humedad disminuye por debajo del 40 o del 50% se suele producir la sensación de garganta seca. El nivel óptimo de humedad para los adultos se considera que debe de estar entre el 60 y el 70%, mientras que para los niños más pequeños la humedad debería aproximarse al 40 o 50%. Resulta recomendable saber que los cambios bruscos de temperatura y humedad pueden influir en nuestro organismo alterando nuestras defensas y suele aconsejarse no respirar por la boca cuando el aire acondicionado está en funcionamiento, tampoco es muy deseable tener una diferencia de temperatura entre el exterior y el interior de nuestro vehículo o habitación superior a los 10 centígrados. Hay organismos como la Agencia del Medio Ambiente y la Energía que recomiendan una diferencia de 5 centígrados, pero a mí me parece esta recomendación algo exagerada para nuestras latitudes.
Sin embargo el aire acondicionado, aun reconociendo los problemas que plantea, ha resultado ser uno de los avances técnicos que más éxito ha tenido en nuestras sociedades, principalmente en aquellas que por su geografía deben de soportar temperaturas más elevadas. Los climatizadores aportan una gran sensación de confort modificando las características del aire. Si la instalación y el mantenimiento son correctos la calidad del aire resultará muy buena y tendremos una sensación agradable, porque el aire se renovará constantemente, descenderá su temperatura, su humedad y en consecuencia disminuirá nuestra sudoración.
Si nos centramos en el mundo de la movilidad vemos que el aire acondicionado ha introducido notables mejoras; algunas de ellas se consideran medidas de seguridad activa en la conducción, por ejemplo la oxigenación y circulación del aire dentro del vehículo, reduciendo notablemente la posibilidad de somnolencia mientras conducimos; también sabemos que el calor incrementa la agresividad en los individuos mientras que el frío la atempera, por tanto el aire acondicionado nos ayuda a reaccionar mejor ante las contingencias que produce el tráfico. La climatización de los vehículos supone una notable mejora para las personas alérgicas durante los periodos de polinización de las plantas, pues pueden cerrar las ventanillas y con unos buenos filtros de aire mantener el nivel de confort en el interior, aunque fuera haga un calor de justicia, e indirectamente, al ir con las ventanillas cerradas, disminuye la presencia de insectos reduciendo el potencial peligro por distracción.
Pero el aspecto más destacable de los climatizadores en la movilidad motorizada, desde mi punto de vista, ha sido el cambio de comportamiento de los conductores para decidir la hora de partida en sus desplazamientos. Cuando la climatización de los vehículos todavía no se había generalizado, la mayoría de los conductores restringían su decisión para iniciar el viaje en función de la meteorología prevista. Las horas para salir estaban determinadas si se quería evitar el calor del mediodía en nuestras carreteras, lo que provocaba colosales atascos en las entradas y salidas de las grandes ciudades con el consiguiente derroche de tiempo y energía. Hoy en día estos atascos se han reducido notablemente con salidas y regresos escalonados gracias al aire acondicionado. Resulta curioso observar cómo la generalización de una medida para mejorar el confort de los individuos dentro de sus vehículos, indirectamente ha incidido en una notable mejora social: la fluidez del tráfico.
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