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Frankfurt International Airport |
La globalización plantea un modelo urbano basado en la metaciudad (ciudad de ciudades) sostenida por una red mundial de medios de transporte y comunicación con megalópolis distribuidas a lo largo de la superficie de la Tierra que actúan como nodos de intercambio en dicha red.
El etnólogo Marc Augé hace años elaboró todo un cuerpo conceptual referido al espacio que utilizan los seres humanos y que como geógrafo me ha interesado. Me remito al libro Los no lugares. Espacios del anonimato (una atropología de la sobremodernidad) GEDISA editorial (2008) (1ª edición en 1992). En este ensayo se describe el espacio antropológico como el lugar donde se producen nuestras experiencias vinculadas al entorno que nos rodea. Los conceptos de espacio y lugar resultan fundamentales en cualquier lenguaje de la identidad, pero para definir el espacio se necesita utilizar el atributo movimiento (bien sea bajo su variable tiempo o bajo la variable distancia) mientras que el lugar (antropológico) se entiende como un conjunto de elementos que coexisten en un cierto orden: que se puede ocupar, señalar, marcar sus límites... El lugar tiene una historia y forma parte de nuestra geografía íntima. Según Augé los rasgos fundamentales que definen un lugar son tres: los rasgos identificativos, los relacionales y los históricos, de manera que aquellas situaciones espaciales que no puedan mostrar estos rasgos el autor los define, por contraposición, como no-lugares que tienen sus propias realidades complementarias:
- Son espacios construidos para unos determinados fines, como por ejemplo el transporte, el comercio, el ocio...
- No generan relaciones sociales orgánicas estables. Lo podríamos resumir con la frase "cada cual va a lo suyo".
- Existen relaciones contractuales esencialmente de carácter individual, mediante un billete de transporte o pasando por algún peaje o control de paso.
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Aeropuerto
Charles de Gaulle |
Esta teoría espacial desarrollada por el etnógrafo francés también ha recibido diversas críticas, como por ejemplo las de Maxi Korstanje en El viaje: una crítica al concepto de "no lugares", pero yo creo que Augé hace un esfuerzo intelectual muy estimable al tratar de explicar las nuevas características de nuestra posmodernidad, o como él lo define: la sobremodernidad. Para entender mejor el concepto de los no-lugares nos tenemos que fijar en los cambios que se están produciendo en nuestra sociedad, la hipermovilidad, la aceleración de los acontecimientos, la desterritorialización, la exaltación del individualismo... Un ejemplo que me viene a la memoria es la película Jackie Brown, su trama se localiza básicamente en los no-lugares: centros comerciales, autopistas, aeropuertos, aparcamientos de coches... paradigmas del modelo urbano norteamericano basado en el automóvil. Pero para no extenderme me centraré en el ejemplo que más se utiliza al explicar el no-lugar: los aeropuertos.
¿Por qué un aeropuerto se considera un no-lugar?
Como todos sabemos los aeropuertos son infraestructuras de expedición para el transporte de personas y mercancías por vía aérea, es decir, el espacio donde se compacta/descompacta "el envío" antes/después de realizar el vuelo. Fijémonos en las características que destacan en este tipo de instalaciones: Los pasajeros que circulan por el interior de un aeropuerto se mueven bajo la premisa de la urgencia del momento para poder adaptarse a las necesidades del sistema de transporte. Son espacios donde se condicionan los movimientos. Si queremos coger nuestro vuelo debemos seguir unos itinerarios que nos guíen. En el interior de los aeropuertos reina la actualidad de un presente perpetuo donde los clientes mantienen constantemente un diálogo silencioso con el paisaje-texto que se multiplica en estas instalaciones. Los itinerarios transmutan cualquier enclave en pasajes o iconos impresos haciendo referencia a mensajes de prescripción, prohibición o información e interactuando con los pasajeros que por allí transitan. En los aeropuertos se establece una relación contractual individual entre los que se responsabilizan del sistema de transporte y sus usuarios (el contrato es el billete de embarque más el documento que identifique al pasajero). Sin ese contrato no se puede pasar el control de acceso a la zona restringida donde comienza el servicio, a partir del cual cada individuo adquiere su derecho al anonimato de un pasajero en tránsito. Dentro del no-lugar existe una desterritorialización muy práctica para quienes se desplazan, aunque más virtual que real puesto que, si bien no hay que identificarse en cada frontera política que se traspasa al volar o hacer escala, la territorialidad judicial e incluso religiosa se impone en determinadas circunstancias (por ejemplo, si se pide una copa con alcohol al sobrevolar Arabia Saudita se le indicará que la prohibición de bebidas alcohólicas incluye su espacio aéreo y no se podrán servir hasta el momento que se hayan pasado sus límites). Sin embargo, hay que reconocer el poder de organismos internacionales como la IATA, capaces de conseguir que cuando volamos con las compañías aéreas se simplifican las fronteras territoriales, mas no sucede lo mismo con las fronteras sociales, esa las mantienen con las tarifas business, turista y low-cost. Por el negocio, se hace lo que sea.
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Seguimos itinerarios en el interior de los aeropuertos interpretando
constantemente signos en un paisaje-texto que nos ayude a encontrar
nuestros vuelos o equipajes, donde todo nos recuerda que estamos de paso. |
¿Por qué un aeropuerto también se puede considerar un lugar?
Los aeropuertos también son organizaciones humanas gestionadas por personas que establecen unas relaciones de orden profesional, comercial y sindical. Esos grupos humanos son sujetos colectivos organizados que tienen la capacidad de poner en funcionamiento el sistema de transporte aeroportuario o de paralizarlo totalmente (empresarios, trabajadores y funcionarios), que crean sus propias relaciones y por tanto están generando una de las principales características que definen el lugar desde el punto de vista antropológico.
Por otra parte en los accesos de entrada y salida a la zona restringida para los que no sean pasajeros es precisamente donde encontramos la mayor densidad por metro cuadrado de emociones y sentimientos: de alegría, impaciencia, ansiedad o tristeza entre pasajeros y acompañantes vinculados por relaciones personales, familiares o laborales. Desde mi punto de vista es allí donde mejor se visualiza la frontera entre el lugar y el no lugar del que nos habla Augé.
Un aeropuerto necesita identificarse con un nombre que lo sitúe en el mapa. Habitualmente es la ciudad más importante que se encuentra en sus inmediaciones: Barcelona-El Prat, Barajas-Madrid, París Charles de Gaulle, Nueva York JFK. Los aeropuertos son las entradas y salidas de las grandes ciudades, la primera imagen que reciben muchos turistas que las visitan, y por lo tanto consolidan un simbolismo muy vinculado con su ciudad. El transporte aéreo es una actividad que tiene una historia relativamente corta. Desde que en 1903 los hermanos Wright realizaron los primeros vuelos con avión escasamente ha pasado un siglo, pero en la medida que transcurra el tiempo aparecerán vínculos históricos de los aeropuertos con los territorios y sus habitantes.
Los no lugares: espacios transitados, tiempos de traslado
Marc Augé en su libro, ya mencionado, indica que no existe una forma pura de “lugar” ni de “no-lugar”, sino que ambos hay que entenderlos como si unas funciones se reescriben sobre otras. Y ciertamente los atributos de ambos conceptos aparecen en las instalaciones aeroportuarias, aunque en mi opinión bastante segregados, cuyos puestos fronterizos quedan muy bien delimitados, y para visualizarlo he dibujado el siguiente gráfico.
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Los itinerarios dentro de las áreas restringidas de los aeropuertos
así como los vuelos forman, en su conjunto, los no lugares (color naranja).
No así el resto de las instalaciones aeroportuarias. |
Las zonas de entrada y salida de los pasajeros -una vez pasado el control de seguridad- son las fronteras entre el lugar y el no lugar, pues aunque la instalación aeroportuaria sea una unidad, el no-lugar trasciende a las instalaciones terrestres y continua con el vuelo del viajero hasta que sale por la puerta de salida en su aeropuerto de destino.
Hoy gran parte de la innovación en la gestión de seres humanos y en la intermodalidad se centra en estos polos de intercambio masivo de personas, auténticos laboratorios del comportamiento humano, donde investigan nuevas tecnologías para la movilidad. Aunque por esas peculiaridades que tienen los aeropuertos de no-lugar también pueden convertirse en complejos laberintos de gente transitando, constantemente vigilada por los potenciales problemas de seguridad que pueden producirse dentro de esas instalaciones.
Después de haber leído el libro de Marc Augé se ha reafirmado la extraña sensación gregaria que siempre tengo cuando viajo por los aeropuertos, tomo el metro o circulo por las autopistas, siguiendo silenciosamente, junto con mis circunstanciales compañeros de viaje, las señales y carteles que marcan el itinerario en pasillos, andanas y calzadas por donde nos desplazamos.
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