Antigua vía romana Fuente: Stefano Costantini Licencia Creative Common |
En este post recojo una serie de fragmentos que describen cómo eran los caminos y carreteras por los que transitaban nuestros antepasados.
Caminos Reales
"Volviendo a los caminos peninsulares, diremos que las líneas principales están muy bien trazadas. Estas arterias geográficas, que forman la red de comunicaciones del país, arrancan por lo común de Madrid, que es el centro del sistema. El espíritu ingeniero de Luis XIV fue heredado por sus descendientes españoles, y durante los reinados de Carlos III y de Carlos IV se establecieron muchas comunicaciones entre la capital y las principales ciudades. Estos arrecifes y caminos reales fueron planteados casi con excesivo lujo en cuanto a anchura, sostenes y, en general, en toda la ejecución. La carretera de La Coruña, especialmente después de León, puede compararse con cualquiera de Europa. Cuando los españoles hacen una cosa la hacen en grande, y, en este caso, el gasto resultó tan enorme que el rey preguntó si se había empedrado de plata, aludiendo a la corrupción española del viejo romance vía lata en camino de plata . Ésta y algunas otras se construyeron hace cincuenta o setenta años, y muchas, siguiendo el sistema de Mac-Adam, el cual ha conseguido que los caminos de Inglaterra sean completamente otra cosa de lo que habían sido antes de adoptarse tal sistema. La guerra de la Península tendió a estropear las carreteras españolas, pues se destruyeron puentes y otras obras de fábrica por conveniencias militares. El estado lastimoso de la hacienda y las revueltas constantes han demorado las reparaciones costosas; sin embargo, las de primer orden están tan bien construidas como al principio, y a despecho de las injurias de la guerra, las rodadas y el abandono, pueden considerarse tan buenas como muchas del continente y son mucho más agradables para el viajero por no tener empedrado. Las carreteras en Inglaterra han mejorado tanto últimamente y son tan a propósito para compararlas con las de cualquier otra nación, que olvidamos que España hace cincuenta años estaba mucho más adelantada en esto y en muchas otras cosas. España ha permanecido firme en lo que en otros países se ha pasado; se ha parado en su antiguo sistema, se ha aferrado al áncora del prejuicio, mientras nosotros hemos progresado y, naturalmente, hoy aparece a la zaga en muchas cosas que ella misma puso a la moda en Inglaterra."
Cosas de España.
El país de lo imprevisto
Richard Ford (1830-1833) pp 57
"Las carreteras reales comienzan en Madrid y van hasta las ciudades fronterizas y los puertos. La capital puede compararse con una gran araña, pues es el centro de la red de la Península. Estas líneas divergentes en forma de abanico bastan para los que sólo tratan de ir a un punto determinado; pero la comunicación interior entre unos sitios y otros no existe en modo alguno. Esta escasez y especial condición de las carreteras españolas explica los pocos lugares del país que son usualmente visitados por los extranjeros, los cuales, en particular los franceses, toman un camino trillado, la carretera, y la siguen unos detrás de otros, como los gamos silvestres; visitan Burgos, Madrid y Sevilla; después hacen una excursión en barco a Cádiz, Valencia y Barcelona, y ya creen que han dado la vuelta a España."
(...)
"Los demás caminos en España son malos, pero no mucho más que en otras partes del continente, y pueden utilizarse de modo tolerable con tiempo seco. De ellos, unos son practicables para carruajes y otros son únicamente caminos de herradura, por los cuales no hay que pensar ni pasar sino a caballo o a pie.
Los caminos de herradura y los viajes a caballo, los antiguos sistemas de Europa, son muy españoles y orientales, y para la gente que camina a lomos de caballos o mulas, el camino es lo de menos. En las provincias arrinconadas de España los habitantes son pobres agricultores a quienes nadie visita; tampoco ellos salen nunca mucho más allá del humo de sus chimeneas."
Cosas de España.
El país de lo imprevisto
Richard Ford (1830-1833) pp 58
Caminos de herradura
"Los caminos de herradura y los viajes a caballo, los antiguos sistemas de Europa, son muy españoles y orientales, y para la gente que camina a lomos de caballos o mulas, el camino es lo de menos. En las provincias arrinconadas de España los habitantes son pobres agricultores a quienes nadie visita; tampoco ellos salen nunca mucho más allá del humo de sus chimeneas. Cada familia provee a sus modestas necesidades: con poco dinero para procurarse lujo alguno, se alimentan y visten, como los beduínos, con los productos de sus campos y de sus rebaños. Apenas hay comunicación con personas de fuera; la feria vecina es el comercio donde adquieren lo que les falta, y algún que otro capricho, o bien los buhoneros, que caminan con sus mulas de pueblo en pueblo, y mejor los contrabandistas, que son el tipo y los dueños del verdadero comercio en las tres cuartas partes de la Península. Es admirable lo pronto que un viajero bien montado se acostumbra a ir a caballo, y lo fácilmente que se reconcilia con una clase de caminos que asustan al principio a los avezados a las carreteras, pero que llegan a considerar como muy propios para los fines del sitio en que se hallan enclavados y de la gente que los utiliza."
Cosas de España.
El país de lo imprevisto
Richard Ford (1830-1833)
"Las carreteras de España, asunto muy importante para el viajero, son algo de lujo moderno, pues sólo se empezaron a construir con regularidad en tiempo de los borbones. Los árabes y los españoles, que viajan a caballo y no en coches, tienen suficiente con las magníficas calzadas que construyeron los romanos en toda la Península: hay lo menos veintinueve de primer orden, que eran absolutamente indispensables a una nación de conquistadores colonizadores para mantener sus comunicaciones militares y comerciales. La más importante de todas que como la Vía Appia, puede llamarse la reina de los caminos, es la que va desde Mérida, capital de la Lusitania, hasta Salamanca. Fue trazada como una muralla ciclópea, y los restos que de ella se conservan con su línea gris granítica, serpenteando a través del yermo fragante, semejan las vértebras de un mamut. Hemos seguido unas cuantas leguas su trazado, que se descubre por las columnas miliarias que emergen de los jarales; aquí y acullá algunos árboles frondosos crecen en el pedregoso suelo, y demuestran el tiempo que aquellos lugares están abandonados a la naturaleza, que recobra sus derechos desplazando y removiendo los enormes bloques. Festonea las ruinas con guirnaldas de flores y enredaderas, disimula las grietas y las huellas del tiempo inmemorable o de la negligencia humana como una doncella bonita adorna con diamantes a una marchita viuda. los arrieros españoles caminan a lo largo de ellas, pero bordeándolos por veredas trilladas en la arena o los guijarros, como si se avergonzaran de pasar por el centro o consideraran que no era necesario un camino tan ancho para su modesto tráfico. Muchas de estas calzadas fueron destruidas por los frailes para edificar conventos, por los burgueses para labrar sus casas o por los militares para levantar fortificaciones: de todos modos, no quedan restos de casi ninguna.
"Los caminos medievales de España fueron obra del clero, y aquí, como en muchas partes los barbudos frailes fueron los explotadores de la civilización; ellos hicieron recto, amplio y fácil el camino que conducía a su convento, a su residencia principal, su milagrosa reliquia, o a cualquier punto de peregrinación que se ofrecía a los devotos: el comercio se combinaba con la devoción, y la codicia con el amor de Dios. Esta imitación de la práctica oriental que es costumbre en la Meca, la confirma la palabra española feria, que significa al mismo tiempo fiesta religiosa y día de fiesta. Aun los santos accedieron a ser protectores de caminos y tomar título de alguno de primer orden. Por ejemplo, Santo Domingo de la Calzada se llamó así por haber sido el primero en trazar un camino que atravesaba una parte de Castilla la Vieja en beneficio de los peregrinos hacia Compostela; y también esta ciudad lleva el mismo honroso título."
Cosas de España.
El país de lo imprevisto
Richard Ford (1830-1833) pp 50-51
"Algunos de los más hermosos caminos de España conducen a los reales sitios o residencias particulares del rey o serpean alguna montaña elevada con un monasterio en la cumbre, como Montserrat. Se tenía en cuenta la comodidad del déspota, haciendo caso omiso de la de los súbditos; el sultán era el estado, España su dominio y los españoles sus siervos, y todos sometidos igualmente, pues, como en Oriente, la perfecta igualdad entre unos y otros era resultado de la inmensa superioridad del señor. Así, mientras él corría rápidamente al trote de un hermoso tronco, por un camino tan firme y llano como una bolera, hacia una residencia de verano, la comunicación entre Madrid y Toledo, la ciudad que alumbrara el sol el mismo día que Dios le creó, es una vereda con una cuarta de barro en invierno y una nube de polvo en verano, y cuyo trazado cambió a gusto de los ganados y arrieros que transitan por ella. Y es que la realeza de los Borbones nunca visita esta capital viuda de los godos. El camino, por lo tanto, está lo mismo que se construyó, si no antes de Adán, por lo menos antes de Mac-Adam. Ahora se trata de hacer una carretera que ya está empezada; cuándo se terminará es cosa difícil de averiguar.
La Iglesia, que comparte con el estado el poder, siguió el ejemplo real de mirar sólo a la propia comodidad en lo tocante a vías de comunicación. Ni se podía esperar que en un país cálido, los religiosos hombres cuyo abdomen solía ser prominente y colgante, trepasen como cabras por veredas pedregosas y areniscas, ni ascendiesen a los montes, que parece tocan al cielo, con la misma ligereza que sus plegarias. En España siempre se ha tenido más en cuenta el alma que el cuerpo de los hombres o las patas de los animales. Considerando los sufrimientos de estos cuadrúpedos, máquinas de sangre, como los llaman, y aún más la indiferencia y el derroche de la vida de los bípedos, parece como que un hombre no tiene ningún valor hasta después de la muerte; pero entonces, ¡qué admirables artificios para un rápido viaje de su alado espíritu, primero al purgatorio, para salir de allí de nuevo, y luego, de etapa en etapa, conducirle al final de la jornada y a un descanso bienaventurado! Más dinero se ha empleado así en misas que hubiese costado llenar España de ferrocarriles, aun hechos con la magnificencia y derroche de los ingleses.
Volviendo a los caminos peninsulares, diremos que las líneas principales están muy bien trazadas. Estas arterias geográficas, que forman la red de comunicaciones del país, arrancan por lo común de Madrid, que es el centro del sistema. El espíritu ingeniero de Luis XIV fue heredado por sus descendientes españoles, y durante los reinados de Carlos III y de Carlos IV se establecieron muchas comunicaciones entre la capital y las principales ciudades."
Cosas de España.
El país de lo imprevisto
Richard Ford (1830-1833) pp 51-52
Si te ha interesado este artículo te recomiendo este otro que escribí hace un tiempo sobre las vias pecuarias. http://www.moveiter.com/2013/07/aquellos-viejos-caminos.html
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